Los cronistas "buceaban" entre la tripulación del navío en busca del culpable último de tamaño despropósito. Y Jim, como si de una visión única se tratara, se vio súbitamente retratado como tal en el espejo que simbolizaba el cristal de
Como si de una revelación se tratara, Jim percibió que era un momento idóneo para producir un giro drástico en su vida, radical si lo queréis en el sentido de tratar de solventar el problema escarbando en lo más profundo de su raíz. Jim decidió apostar decididamente por la austeridad voluntaria preguntándose algo aparentemente tan sencillo como: realmente ¿qué necesito para vivir y ser feliz? Tomó entonces un bloc de notas y comenzó a anotar disciplinadamente todos esos "excesos cotidianos" de los que debería prescindir para lograr vivir una vida ecuánime y en paz, en consonancia con lo que la Tierra demandaría si tuviera voz para hacerlo. Y fue asumiendo que debía renunciar a todos aquellos dispendios para reconciliarse con el medio y sus habitantes más desafortunados.
A partir de entonces Jim viviría una vida de autocontención, privándose de todo aquella superficialidad que la revestía para focalizarse en gestar un proyecto de convivencia (global living project) como respuesta a la realidad constatable de "pobreza, guerra, cambio climático y destrucción ecológica", en el que el impacto ambiental quedara reducido a su mínima expresión según su calibración en términos de huella ecológica y en el que el modo de transporte fundamental fuera
Y en ello sigue implicado hoy en día: organizando talleres para divulgar su idea de la sostenibilidad y la vertiente de esta que puede aplicarse en comunidades, gobernantes y empresarios, recorriendo medio mundo a lomos de su bicicleta, cultivando sus propios alimentos sin necesidad de fitosanitarios y constatando en la práctica que las utopías son realizables si somos conscientes de lo que es verdaderamente imprescindible.
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