viernes, 30 de mayo de 2008

Menú del Ártico. De postre, delicias al óleo

Mientras algunos estamos ciertamente preocupados y en alerta ante las catastróficas consecuencias que un aumento global de las temperaturas tendrá sobre el derretimiento de las masas polares y el previsible aumento del nivel del mar, otros ya se están frotando las manos ante el eventual deshielo, puesto que lo que subyace tras él, es un suculento pastel.

Resulta que recientes estudios científicos han revelado que hasta un cuarto de las reservas petrolíferas mundiales se encuentran acumuladas en la cordillera submarina Lomonosov, bajo el manto helado del Ártico. Y, como es de preveer, este dato no ha pasado desapercibido para estados glotones del calibre de EE.UU, Rusia, Canadá, Noruega o Dinamarca.

Me preguntaréis, ¿y por qué ellos y no otros? Bien, ellos, por proximidad costera y conforme a la Ley del Mar, pueden disponer a partir de 2009 de una fracción del mar que corresponde a 200 millas naúticas (370 kilómetros) desde el final de su masa continental, con lo que, apurando, estos país podrían disponer de su pedacito correspondiente de los casquetes helados del Ártico.

Así pues, EE.UU. que no había ratificado la Convención de la ONU sobre derechos del mar, se apresura a hacerlo estos días; Rusia ha colocado ya una bandera en el hielo y enviado un par de batiscafos a inspeccionar el terreno; Dinamarca se ha antrincherado en Groenlandia; Canadá y Noruega preparan sus preceptivos informes al respecto...

Es decir, que lejos de perseguir una ecoeficiencia (producir más con menor consumo de materia y energía y generación de residuos), la desmaterialización de la producción y la independencia del petróleo y el gas, con el uso de fuentes energéticas renovables; los principales mandatarios siguen obsesionados por un recurso que tiene sus días (o años) contados.

En fin, la pescadilla que se muerde la cola: quemamos combustibles fósiles, aumentan las temperaturas, se derriten los polos y encontramos más combustibles fósiles, con lo que seguiremos quemándolos...¿hasta cuándo?

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