jueves, 29 de mayo de 2008

Sobre censura y convivencialidad

En un planeta regido por el principio de la convivencialidad, los posicionamientos personales estarían armados de argumentos de peso y no secundados por un ejécito armado y con peso; el relativismo cultural prevalecería sobre el etnocentrismo en aras de la comprensión y el mutuo entendimiento; la discriminación y la censura no tendrían razón de ser, pues los posicionamientos improcedentes e irrespetuosos serían dialogados con sus autores y los actos erróneos estarían juzgados por el pueblo (demos) a través de asambleas (ecclesias) al modo de la antigua Grecia.

Como vivimos en la sociedad que vivimos (y no en la que desearíamos vivir), presidida por el miedo a expresar nuestras ideas y que nuestro vecino exprese las suyas libremente por temor a represalias, pues ocurren hechos como el que a continuación os relato.

Resulta que hace un año, promotores y solistas de reggae sellaron un acuerdo (Reggae Compassionate Act) con los lobbys gays, en el que los artistas se comprometían, al menos en sus actuaciones europeas, a no entonar mensajes de odio, fueran estos expresados a través de la homofobia, el sexismo, el racismo o la violencia y a reemplazarlos por un mensaje de amor, respeto y comprensión hacia otros seres humanos. Varios artistas rubricaron el acuerdo y lo han respetado escrupulosamente hasta la fecha.

Lamentablemente, ayer nos hacíamos eco de una triste noticia: aún teniendo su visado en regla, el vocalista Sizzla Kalonji era retenido en situación de aislamiento en el aeropuerto de Barajas durante 26 horas. El motivo era que las asociaciones homosexuales habían presionado políticamente consiguiendo la revocación del visado para impedir que la gira europea del artista se desarrollase como lo había venido haciendo desde principios de Mayo.

No seré yo quien arengue a favor de un artista que profiere veladamente consignas homófobas, pero tampoco seré yo quien le arrebate su derecho a expresarlas. En todo caso y llegado el día en que me cruzase con él, le mostraría lo inadecuado de su conducta arguyéndole razones que lo inviten a reflexionar. En palabras de Voltaire, le diría: mira Sizzla, "no estoy de acuerdo con eso que dices, pero lucharía hasta la muerte porque tuvieras el derecho a expresarlo".

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