La violencia lamentablemente no tiene una única cara y por tanto se manifiesta de muy diversas formas, alguna de ellas tan sutiles que nos pasan habitualmente desapercibidas.
Violencia es, desde luego, la que ejerce un maltratador sobre su esposa (machismo), el género femenino en sentido amplio (sexismo), su compañero de clase (bullying) o su subordinado (mobbing) por el mero hecho de canalizar sus frustraciones o su prepotencia.
Violencia es aquella con la que un terrorista, de estado (Israel, invasión del Sáhara por Marruecos, GAL), extremista religioso (Al Qaeda, la cruzada católica de George Bush) o radical de izquierdas o derechas (ETA, los grupúsculos fascistoides de la transición española, la propia Guerra Civil española en ambos bandos), ejecuta la vida de una persona que difiere en planteamientos ideológicos o espirituales.
Pero violencia es también el excesivo consumo de los recursos naturales finitos, que degradan nuestra vida e hipotecan nuestro futuro o el empleo de productos químicos fitosanitarios (biocidas y fertilizantes), que se enfrentan a las capacidades productivas o de regeneración del terreno donde son vertidos por lo general en cantidades ingentes.
Violencia es igualmente acumular, cual Diógenes egoístas, objetos grandes y lujosos que no se emplean jamás o que permacenen relegados al olvido de un armario o sótano y para cuya producción se explota, tortura e implica en guerras a inocentes para expoliarles sus minerales (p.e. los recientes sucesos en torno al coltán -necesario para producir este ordenador con el que te escribo- en Congo o la guerra inconclusa de Iraq -para obtener el petróleo que empleas cada vez que haces uso de tu coche o moto o para transportar y producir este ordenador-).
Violencia es, de idéntico modo, ese carácter occidentalista de ser y actuar desconsideradamente con el prójimo (los países del tercer mundo o el cuarto mundo de la indigencia y la precariedad), creerse el ombligo del mundo (menos del 20% de la población haciendo uso de más del 84% de los recursos del planeta) y olvidar aquella máxima de respeto que dice que "tu libertad termina donde empieza la del otro".
Violencia hacia tu entorno es emplear el vehículo privado, emitiendo CO2, NO y otros "subproductos" nocivos para la salud a la atmósfera cuando podrías optar por modos de transporte tan loables como ir caminando, en bicicleta o en transporte público colectivo sin comprometer la sostenibilidad de nuestra especie en el planeta.
Violencia es una inversión en acciones de un banco, petrolera o compañía transnacional que invierte en narcotráfico, armas o contrabando de personas o animales, entre otros despreciables fines.
E imagino que este planteamiento lo podéis completar introduciendo nuevos elementos, porque si algo sobra en este mundo injusto, insolidario y egoísta hasta el paroxismo que hemos contruido, es violencia. Avancemos por atajarla y hacernos con ella antes de que ella se nos avalance y nos haga pasto de su ira.
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