No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.
A veces deberíamos echar mano de esa sabiduría popular ancestral condensada en retazos de oraciones a los que llamamos refranes, para percatarnos de muchos detalles que a menudo se nos pasan por alto.
¿No os asombra ver como, con apenas un balón mal tejido, unas botas cuarteadas y una camiseta raída, unos niños africanos o latinoamericanos son felices por poder jugar al fútbol a placer en un terreno de arena a nuestros ojos bacheado e impracticable?
Siempre me ha fascinado su infinita capacidad para sobreponerse a una situación tan adversa (precariedad, inanición, esclavitud, maltrato) y responder a dicha contrariedad con una sonrisa diáfana. Al mal tiempo, buena cara. Nuevamente, el refranero popular.
A veces es tan sencillo ser feliz que nosotros mismos nos obstinamos en colocar obstáculos artificiales en el camino para alejarnos de este objetivo. Nos empecinamos en desear ser los poseedores de un vehículo deportivo de última gama, de un chalet unipersonal con todo lujo de comodidades, de realizar un crucero por el Caribe con la pulserita del todo-incluido y tantos otros caprichos y nos olvidamos de que, al no poder materializar todas estas fantasias (o una parte de ellas), ello nos sume en una frustración interna.
¿Realmente precisamos más de lo que tenemos o tenemos más de lo que precisamos? Con total franqueza os diré que mi postura se encuentra más próxima a la segunda afirmación. Pese a la tan cacareada crisis (que no crezcan más las empresas, no significa que no se embolsen pingües beneficios a costa de los ERE y demás patrañas), probablemente a ninguno de los que leerán este blog les falta alimento, hogar o un hombro en el que apoyarse cuando vienen "mal dadas".
En ese caso, mi consejo es que nos percatemos de ello y sepamos apreciar la belleza en cada gesto, en cada minúsculo detalle, en una melodía, en un libro, en cada caricia, beso o abrazo y sólo así seremos felices, aunque no nos podamos evadir unos días en Punta Cana, vivamos en un bloque de pisos o viajemos diramente en transporte público colectivo.
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