No es que hayan comenzado a emerger voces desde diversos entornos, a uno y otro flanco del espectro político-social, cuestionando la legitimidad del capitalismo para mejorar la sociedad excusándose en que la competitividad estimulará la supervivencia del más apto (darwinismo social) con la obligatoriedad de mejora que supondría para todos, sino que en los últimos tiempos se han alumbrado fogonazos de actuación y reflexión que invitan al optimismo.
Por un lado, la sociedad comienza a espabilar y a darse cuenta que los recursos no deben enfocarse a subsanar las deficiencias del sistema (inyecciones dinerarias en el sistema financiero, en las construcciones o en el sector automovilístico), sino a garantizar los derechos fundamentales (alimento, vivienda, salud, trabajo). En esta línea, la propuesta de la Renta Básica Universal costeada por el estado, no discriminatoria, promotora de la libertad y el autogobierno personal y enfocada a cubrir las necesidades básicas como seres humanos y a erradicar esa enfermedad social llamaza pobreza, supone una alternativa viable.
En el ámbito de la enseñanza, la organización en asambleas autogestionadas, no instrumentalizadas por partidos o sindicatos y relativamente bien coordinadas entre sí, de la comunidad universitaria y más concretamente del estamento estudiantil, para reivindicar la independencia de la universidad frente a la lógica empresarial de la oferta-y-la-demanda (como propone el tan traido proceso de Bolonia) y amparándose en la libertad de elección de aquello en lo que quiere profundizarse el saber, es un canto a la esperanza.
En tercer lugar, la voluntad de enmienda del protocolo de Kyoto en tanto que piedra de toque valiosa aunque mejorable en la reciente cumbre del clima de Poznan, nos anima a pensar que en las altas esferas aún hay quien tiene la cabeza amueblada y percibe el desbarajuste ambiental en el que nos hallamos enfrascados. Si bien, puntualizar que el planeta no se rige por periodizaciones políticas y que urge una actuación responsable, coherente y temprana.
Finalmente, el rechazo más o menos generalizado a las distintas formas de tortura (terrorismo, abusos policiales, centro penitenciarios) nos pone sobreaviso que en un futuro se van a transigir paulatinamente menos, pues apenas cuentan con el favor popular.
Por lo tanto y pese al tonillo en ocasiones desalentador que pueda desprender este blog (haré proposito de enmienda para el año nuevo), hay síntomas de cambio a los que aferrarse para producir entre todos la revolución de valores y mentalidades que posibiliten vivir en un mundo más amable, más humano y menos raro, como decía aquella tonada de La Cabra Mecánica.
lunes, 15 de diciembre de 2008
Signos para la esperanza
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