Con absoluta prepotencia, los humanos nos erigimos acción tras acción, elección tras elección y conducta tras conducta en amos y señores de un entorno, la biosfera como "parcela" habitable del planeta, que creemos nuestra posesión y al que colocamos la "bendita" etiquetada de patrimonio natural (del latín patrimonium, que se empleaba para designar los bienes y derechos heredados de una generación a la generación siguiente).
Y sentadas estas premisas y conscientes de nuestra "reputada" situación de supremacía antropocéntrica sobre el resto de especies que habitan idéntico medio (adhiriéndonos a la supervivencia del más apto, que propugnaba el tantas veces idolatrado Charles Darwin), nos arrogamos el derecho de hacer con este entorno y sus capacidades para sustentar vida lo que sencillamente nos plazca, sin atender a consideraciones racionales o a conceptos como la sostenibilidad de nuestro modus vivendi.
De esta manera, hacemos un uso desmedido de recursos no renovables atesorados en la corteza terrestre durante milenios como los minerales, los metales o las energías fósiles; extraemos recursos que son renovables a un ritmo marcadamente superior a su capacidad intrínseca de regeneración en el caso de los recursos pesqueros o agrarios; nos expandimos con un ansia inusitada abnegando las potencialidades de territorios por comodidad o para maximizar los beneficios económicos; domesticamos, comercializamos, experimentamos o aniquilamos especies según el grado de utilidad que percibamos en estas...y, en resumidas cuentas, realizamos un uso torticero, caprichoso y deplorable de nuestra oikos (casa) y de los recursos que en ella se encuentran, moldeándola a nuestro arbitrio y procurándonos un futuro tenebroso e impredecible.
Y como esto ocurre como un complejo metabólico, que no es sino un sumatorio de las irresponsabilidades individuales trasladadas globalmente a la población, pues nos escudamos en el conjunto y en la demagogia del voto piadoso y la cantinela de "si no cambian la industria y la política, ¿por qué habría de hacerlo yo?" y sembramos una semillita más de orgullosa inoperancia y absurdez supina para abundar en el destrozo ambiental y en la brecha social, con lo que nos posicionamos como un tornillo más del engranaje destructivo. Admirable, ¿no creen?
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1 comentario:
Hola,
estaba buscando en google algún tipo de artículo que defendiera la siguiente idea: establecer los recursos del planeta como patrimonio de toda la humanidad.
Vale, està bien; no tenemos derecho a hacer todo lo que nos plazca, pero... No ves que ya se esta haciendo? No ves que "lo que nos plazca" no lo decidimos hacerlo ni tu ni yo? La élite controla los recursos del planeta, y mientras tanto, nos preocupamos en considerar las alfombras de tal país patrimonio cultural de la humanidad, o la fuente de ese otro en patrimonio natural...
Lo que sería interesante es que,tanto tú como yo, tubiéramos algo que decir respecto a la explotación forestal de tal sitio, o a la contaminación del agua de tal otro sitio. Si la humanidad pudiera vetar las acciones de las grandes corporaciones, siempre que la classe trabajadora defendiera verdaderamente sus intereses, ganaríamos todos (dondo "todos" es sinónimo de "los que están debajo de la pirámide").
En fin, no quisiera ofenderte, sólo quería dar mi granito de arena para que cambies de opinión respecte a este tema.
Gracias y adiós.
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