"De broma, pero en serio, podríamos decir que el capitalismo no se contrapone al comunismo, por extinción de éste, sino que se mira en su propio espejo y constata que la imagen que le devuelve es fea y fuera de control. Durante años, cuando las cosas marchaban bien globalmente, aun con muchos desajustes y desigualdades lacerantes, las miradas en el espejo han sido autocomplacientes. Ahora, que estamos navegando en la incertidumbre o con la certidumbre de que esto va mal, la imagen que se refleja no satisface a nadie."
La cita corresponde a Felipe González Márquez, quien fuera inquilino del Palacio de la Moncloa años a y que por fin ha entrado en razón, tras afirmar temeroso en su momento que "el capitalismo es el sistema menos malo de todos los sistemas". Hasta él, que ya había abandonado su pasado marxista (recordemos que el PSOE recortó el término en su cónclave de 1979) y se había entregado en manos de ese sueño de presunta libertad adquisitiva que prometió la apertura económica de este país, ha terminado por reconocer una evidencia de semejante calibre.
Ahora y como bien observa el ex-presidente español, el capitalismo, como aquella bruja malvada ideada por Disney, se mira en el espejo y éste se asincera con ella y le reconoce que "no eres la más guapa del reino". Desaparecida la bipolaridad que lo oponía al comunismo, la mano invisible del mercado que todo lo regula, la que se supone justa y equitativa, reparte bofetadas y no caricias o recursos como se le suponía.
El sobreconsumo despilfarrador que el mercado comandado por necios economistas neoclásicos nos ha permitido, al no computar el coste real de los productos obviando el valor de la extracción de los recursos y la capacidad de absorción de los desechos por parte del sistema, comienza (o comenzó en su momento) a cobrarse sus primeras víctimas. Y, como de costumbre, los más inocentes pagaron el pato.
El abismo entre los más acaudalados (léase tú y yo), que paradójicamente ya hemos hecho uso de todo cuanto disponíamos y nos precipitamos en caída libre al abismo, y los más empobrecidos, que tienen que hipotecar las riquezas anturales para pagar por una deuda ilegítima (¿quién debe a quién?) es un signo inequívoco de ello. De igual manera que la pérdida de especies, la degradación de espacios o la desaparición de ecosistemas productivos y diversos.
Aún tenemos un cierto margen de rectificación, pero como vengo diciendo: mientras no diagnóstiquemos el problema en nuestra actitud, en nuestros patrones de producción, consumo, distribución y desechado, todo lo demás será en balde.
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2 comentarios:
Quizás no sea la entrada correcta para poner este comentario, pero es la última.
Yo creo que todos los que visitamos asidua o esporádicamente tu blog estamos en cierta manera concienciados de la necesidad de cambio en nuestros hábitos.
Ahora el problema viene con el "¿qué puedo hacer yo?" (que cantaban los Celtas Cortos). Quizás te sea más ocioso seguir con la dinámica del blog, pero estaría bien que de vez en cuando introdujeses alguna entrada sobre que podemos hacer nosotros como consumidores.
Que podemos hacer para reducir los residuos que generamos, como reducir nuestra huella ecológica, como reducir nuestro gasto de recursos, ...
Por otro lado, que productos deberíamos comprar y cuales no (y por qué, claro está), donde deberíamos hacerlo, que marcas evitar, ...
Un saludito
PD: No se olvide de la foto y de decirme a que hora quedamos.
Es gracioso ver como ahora muchos empiezan a recular con el capitalismo. Me da a mí que conforme avance esta crisis vamos a oír más comentarios como estos. ¿Será que de verdad está llegando el fin del capitalismo?.
Por otro lado leyendo el comentario de Zascandil, te recomiendo este otro blog para lo que pides: altermundista.miciudadreal.es
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