Los economistas neoclásicos nos dicen por activa y por pasiva que el crecimiento económico (el aumento exponencial de la cifra del PIB) solucionará nuestros problemas, que generará empleo, que redundará en nuestro bienestar... y sin embargo el contexto actual se obstina en negarles la mayor.
No supone una novedad esta concepción mistificadora de tintes pseudoreligiosos que enarbolan los economistas en la actualidad, pues ya hace tres cuartos de siglo el economista ruso Simon Kuznets se les adelantó al postular la hipótesis de la "curva ambiental" o "u invertida", que señalaba que aunque en un principio el sistema debe realizar cuantiosas inversiones en bienes de capital e infraestructuras, a la larga el aumento de la renta per cápita quedará reflejado en una disminución progresiva de la inequidad social, originando un reparto más equitativo de los recursos al incrementar la productividad y generar empleo.
Pero no quedó ahí su aportación, puesto que hizo probablemente la matización más atinada de su estrafalaria hipótesis, señalando ante el congreso estadounidense que "es muy dificil deducir el bienestar de una nación a partir de su renta nacional per cápita".
Lamentablemente, muchos hicieron oídos sordos y prefirieron apostar por el paradigma mecanicista que identifica el aumento del PIB al bienestar humano, sin detenerse en matices tan nimios (entiéndase la ironía) como si la riqueza se reparte de un modo ecuánime entre la población, si se infringe un daño al entorno (pérdida de especies, destrucción y fragmentación de hábitats, descontrol en los fenómenos climáticos...), si este medio es capaz de regenerar los recursos consumidos y de absorber los desperdicios generados...
Y así, quienes se aferran como un clavo ardiendo al sacrosanto PIB y a su crecimiento continuo exponencial, se topan hoy en día con una realidad imprevisible a la par que desagradable: la estanflación. Es decir, la simultaneidad en un mismo contexto del alza de precios (inflación), el aumento del desempleo (recesión) y el estancamiento económico. Una situación inesperada y tan difícil de manejar para quienes asumen que la solución al problema debiera pasar por la causa que lo generó.
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