Austeridad. Austeridad. Austeri...Repitan conmigo. Así se familiarizarán con prontitud con un término que últimamente resuena con fuerza en los mentideros políticos de una u otra significación ideológica.
Lo emplean los neoliberales para justificar la aplicación de la "formula conservadora para una economía saneada": recortes sociales (sanidad, educación, cultura) y bajada de impuestos directos (de sucesiones, de sociedades, IRPF...). Hacen uso de ella los socialdemócratas intercalándola con otros conceptos tan agrios como: productividad, jornada de 65 horas semanales o diques a la inmigración. A los comunistas-socialistas, como se les priva de atenciones y se los menosprecia reiteradamente como corriente ideológica (Castro, Chávez, Morales), no se les concede el "privilegio" ni tan siquiera de mencionarla.
La RAE, salvaguarda de nuestro patrimonio cultural y muy socorrida en caso de duda razonable, define austero en una de sus acepciones como "sobrio, morigerado, sencillo, sin ninguna clase de alardes". Lo que, traducido en términos de nuestro día a día, implicaría dejar de consumir (y por ende de extraer y producir) en un estilo despilfarrador para canalizarlo hacia un modo más comedido y, si cabe, racional con la mirada fijada en la finitud de los recursos naturales que nos sustentan.
Eso significa, como es obvio, abandonar alguna de esas costumbres que tan arraigadas están en nuestros quehaceres cotidianos: tomar el avión (preferentemente a través de una compañía de vuelo económico) o automóvil siempre que nos es posible, acudir de compras en caso de aburrimiento, enchufar a todo gas el aire acondicionado o la calefacción, consumir carne bajo cualquier pretexto...y claro está, llevar a cabo un remedio drástico no es plato de buen gusto para prácticamente nadie.
Por ello la clase política, si es que así puede denominarse, prefiere enmascarar la austeridad de bajada en los tipos de interés o cualquier otro artificio contable en lugar de hablarle de tú a tú al pueblo explicándoles que el exceso de pan para hoy puede significar el hambre de mañana, como de hecho ya se deduce del dato de la huella ecológica que en su momento facilitó Greenpeace (Informe Planeta Vivo 2006).
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