jueves, 31 de julio de 2008

Dime, ¿qué vas a hacer tú?



Tengo la ligera sensación de que iniciativas encomiables han fracasado estrepitosamente por no saber trasladarlas a la práctica o por hacerlo rematadamente mal (el socialismo entendido por la dictadura de una mayoría y no como el privilegio de una oligarquía gobernante, el situacionismo propugnado en el preludio de Mayo del 68 y no reducido a un conjunto restringido de individuos...). En definitiva, por no saber formular una praxis que materializara con hechos unos ideales llamados en teoría ("mucha teoría, muy poquita acción") a producir un cambio radical en la sociedad y su mentalidad. El tan necesario "cambio de chip".

Quizá otras tantas propuestas lo hayan hecho porque esa babilonia, a la que con frecuencia se refieren los amantes del reggae (el propio cantante malagueño Shabu lo hace en su canción), ha extendido sus tentáculos con una sutileza digna de elogio y sabe prevalecer con maestría allá donde brotan vientos de libertad y voces discordantes con el pensamiento único.

Hay quien opina paciente que ya es demasiado tarde, que el mercado lo ha poseído prácticamente todo y que el común de los mortales apenas tiene otra opción que doblegarse con aquiescencia y callar ante el poderío y la magnificiencia exhibida por su contrincante en la batalla ("tu indiferencia y tu inconsciencia son semillas de este mal").

Y sin embargo, algunos sujetos agentes consideramos que mientras quede un resquicio por el que colarnos, lo vamos a intentar. ¿Por qué no hacerlo? La rebeldía merece la pena, porque con un sencillo viraje de conducta individual ("así que es esencial tu contribución") y gracias al "efecto contagio" ("la unión hace la fuerza"), puede que la pequeña pelota de nieve que rueda insignificante monte abajo termine por convertirse en un alud difícil de detener para quienes se encuentran parapetados a pie de la montaña.

No se puede hacer de otro modo a través de imposiciones draconianas (la historia así lo demuestra), sino con un voluntarioso gesto, del que otro se percate y en el que, a su vez, otro fije su mirada...en un ciclo(n) que termine por producir el efecto deseado, que no es otro que procurar una vida digna, justa y libre a todas y cada una de las personas con la simpleza en el consumo como idea motriz y en la que la sociedad conviva en armonía consigo misma y con el medio que la sustenta. Y recuerda, al revolución tiene un principio...

Si no soy yo, ¿quién?
Si no ahora, ¿cuándo?
Si no es aquí, ¿dónde?

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Muchachito ordinario,

Estoy de acuerdo con el espíritu que emana de tu bitácora y comparto lo que escribes. Es hora de que las conciencias despierten...es hora de la revolución contra el crecimiento desbocado y la destrucción del planeta y sus recursos.

Yo he despertado, empezaré por pequeños gestos y suspiraré porque alguien cercano me imite, sin forzar, sin intentar convencer , dejando que mi gente se autoconvenza por sí misma, es el mejor camino.

Espero que la bola se haga más grande cada vez más.

Para que veas que voy en serio, mi primera medida será deshacerme de mi viejo Ford Fiesta, a partir de ahora desplazamientos en tren, metro o autobus y como mucho utilizando el "Carsharing" cuando necesite imperiosamente un coche.

Hasta pronto