Aquellos que compartáis la reflexión de que el actual modelo económico productivista-consumista es el principal causante del deterioro ecológico y social actual, convendréis conmigo en que es el momento de tomar cartas en el asunto, pero el principal interrogante que se presenta ante nosotros es por donde comenzar.
Como ha quedado sobradamente demostrado, las instituciones surgidas de Bretton Woods (el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional) y la Organización mundial del Comercio, así como los estados/naciones y otros organismos supranacionales, han mostrado reiteradamente su ineficacia para subsanar conflictos mundiales del calibre de la pobreza o la degradación del medio. Más bien han abundado en el problema.
Es pues momento de empezar la construcción de un hogar más habitable partiendo de su base, es decir por nosotros mismos. Puede que algunos individuos estén/estemos muy concienciados al respecto y tomen/tomemos parte en iniciativas individuales o colectivas de reducción de la huella de carbono, en ONGs, en cooperativas de consumo o en partidos verdes. Pero con el resto, ¿qué hacemos? ¿Cómo los convencemos?
Manfred Linz del Instituto Wuppertal ofrece un listado de motivaciones que conducirían a un individuo a practicar la autocontención, la tan anhelada economía de suficiencia.
El primero de los motivos para una vida austera es que el bienestar humano viene proporcionado por la riqueza en relaciones (bienes relacionales), tiempo y bienes materiales. Liberarte del ansía por acaparar bienes materiales (trabajar más para poder permitirte ciertos "lujos"), te permitirá invertir más tiempo en tu ocio y en dedicarte a tus amores, amigos o familiares.
La segunda motivación es la autonomía. No sentir esa necesidad de exhibirte ante los demás, te liberará del estrés que conlleva y te reportará una sensación de libertad e independencia personal.
El tercero responde a las razones intrínsecas: hacer algo por el mero placer de hacerlo, porque puede procurarle una vida mejor a mis semejantes (ayudar a una anciana a cruzar la calle, a tu vecino a subir las bolsas de la compra, a cuidar de tu abuelo que padece de corazón), porque creo que es lo correcto (convicciones personales o religiosas) y porque es lo que otorga sentido a mi vida (sencillamente, me hace más feliz).
Mi tutor, Luís Jiménez Herrero, suele rescatar a menudo aquella cita de Mahatma Gandhi que dice que "Necesitamos vivir simplemente para que otros puedan simplemente vivir". Ahora toca eligir un motivo de los expuestos en esta entrada (o inventarse uno, que la creatividad no está regulada por la ley de la oferta y la demanda) y aplicarse el cuento.
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