Sabéis, cada vez que recuerdo aquellos días, me embarga un sentimiento de nostalgia irremediable.
La sociedad era (eramos) un clamor. Nos habían bombardeado masivamente a través de los mass media (y de una televisión pública instrumentalizada) justificando que aquella farsa del ataque preventivo a una nación soberana se fundamentaba en que poseían armas de destrucción masiva y que las muertes producidas eran daños colaterales, despreciando el valor de la vida.
El pueblo se posicionó frente a sus gobernantes, demostrándoles que los engaños terminan por esclarecerse, que las verdades eternas terminan por aflorar y que, aunque podamos estar adormecidos y pendientes de asuntos banales (toros, fútbol, automovilismo, cotilleos), la conciencia permanece intacta. Expresamos legítimamente nuestra voluntad: que no se derramase una sóla gota de sangre más para exprimirles su petróleo a los iraquíes. ¿Y bien? No nos hicieron el menor caso.
Y ahora, pasados los años, me pregunto si el lego es consciente de que aquella guerra no ha concluido (cada jornada fallecen una media de 53 personas en Iraq, lo que totaliza más de un millón desde entonces), que a aquel pueblo se le negó el derecho a disfrutar de la vida y no le ha sido retornado (las ciudades y pueblos iraquíes están copados por las fuerzas de ocupación extranjeras), que todavía faltan por depurarse los culpables de la masacre (el trío de las Azores sigue ostentando cargos y poder, nadie ha sido condenado por los crímenes de guerra de José Couso y Julio Anguita Parrado)...
Y se me plantea una duda: ¿cuántos de aquellos que nos posicionamos contra la guerra, hemos modificado nuestro modo de vida desde entonces para que se minimice el consumo de fuel (apostando por medios de transporte como la bicicleta, el tren o caminar, consumiendo productos locales, produciendo o consumiendo alimentos que no han sido tratados con fitosanitarios...)?
Porque de no ser así, seguimos siendo cómplices de futuras barbaries que puedan cometerse.
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2 comentarios:
Eso es!
La gente no parece darse cuenta de su complicidad con los que hacen atrocidades.
Cuando todos y cada uno de nosotros interiorice que es parte del problema, tendremos la solución.
Ya, pero cuando nos demos cuenta globalmente, ¿habrá aún remedio posible? Quiero decir, no tenemos un gran margen de reacción. El tiempo apremia y las conductas se mantienen inalteradas. ¿Recuerdas la metáfora del nenúfar no? Pues en ello estamos.
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