Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas.
Las armas tienen miedo a la falta de guerras.
Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones, miedo a la policía, miedo a las puertas sin cerraduras, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión.
Miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad.
Miedo a lo que fue y a lo que puede ser.
Miedo a morir, miedo a vivir…
Nace ya unos añitos que La Gran Orquesta Republicana, el extinto conjunto mallorquín, musicó este poema, "El miedo global", del escritor y luchador altermundialista uruguayo Eduardo Galeano. Y fue para mí una piedra de toque, pues conocí a Galeano a través de él y me ayudó a desaprender el miedo que nos gobierna la mente.
¿Te imaginas como sería una sociedad no regida por el principio del miedo? La industria del miedo dejaría de vender seguros, alarmas, vallas y armas; los servicios de seguridad estatales y privados carecerían de sentido; las personas serían lo suficientemente maduras para aceptar un no por respuesta; se pondrían en tela de juicio las injusticias e imposturas más elementales que rigen el estado de las cosas; el terrorismo no tendría cabida, ni el de estado, ni el periférico; los ciudadanos no tendrían reparos en reivindicar los derechos fundamentales...y probablemente el mundo pasaría a estar gobernado por valores antagónicos a los actuales.
¿Verdad que da vértigo el mero hecho de planteárselo?. Pero, ¿por qué no comenzar a salir de este juego y a vencer los temores propios para alcanzar la tan ansiada libertad? La lucha merece la pena, creedme.
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